A pocos días de presentarse en los festejos por el aniversario de Junín, esta cantante y compositora emblemática del rock argentino hace su balance personal en una entrevista al diario Tiempo Argentino.
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Sentada en la luminosa terraza del edificio de su sello discográfico, Fabiana Cantilo está almorzando con gusto un pollo con ensalada.Saluda y enseguida comienza a hablar, hiperkinética, arrolladoramente sincera y espontánea. Quiere contar detalles sobre dos asuntos en especial: su inminente show en La Trastienda y la edición de un compilado en América Latina que podría constituir el lanzamiento de su carrera internacional.
Pero entre una frase y otra cambia de tema, con su característico zapping donde las ideas van un paso atrás de las palabras y las respuestas se enciman. La charla entonces crece y se hace más larga de lo previsto, abarcando todo tipo de temas con su desbordante simpatía y honestidad brutal.
–¿Cómo es esto del disco “internacional”?
–Se llama De aquí para allá, es una compilación de mis dos discos de covers, y vamos a sacarlo para Latinoamérica. Así que voy a ir a cantar rock argentino afuera. Viajar es una asignatura pendiente que yo tenía.
–¿Te gusta la idea de ir a mostrar temas del cancionero del rock argentino afuera?
-¡Sí! ¡Cualquier cosa cantaría afuera! No me importa lo que sea. Con tal de ir afuera, cualquier cosa. Pero también se viene un disco nuevo, porque ya tengo cinco temas míos y los voy a grabar en marzo o abril.¿Te cuento de La Trastienda?
–Dale.
–Se llama “El Recital de los Cinco Sentidos”, porque la gente va a poder oler, tocar, degustar, oír y ver. No les cuento qué porque esa es la sorpresa. Además de las filmaciones, puse otras cositas que no puedo contar pero que espero que vayan y que se caguen de risa. Pero sí puedo decir que van a actuar y hacer coros Claudia Puyó, Isabel de Sebastián, Laura Casarino, Leonora Arbiser y la mujer de Cay Gutierrez. No vamos a cantar “Mujeres aburridas”, que compuse con Isabel en las Bay Biscuits, pero vamos a hacer temas nuevos, inéditos, y otros que no son nuevos pero que no los venimos tocando. Y sí te voy a decir que voy a hacer “Amazing”.
–Hace mucho que te encanta ese tema de Aerosmith..
–Sí. “Amazing” justamente habla de la recuperación de Aerosmith, porque ellos también son recuperados, como Clapton, B. B. King, Oasis… ¡Es mundial el asunto este!
–¿Se puede decir que este fue un gran año para vos? Diste muchos shows multitudinarios...
–A ver, dejame pensar porque se me confunden los años… Por un lado, se me pasó rapidísimo. Por otro lado, fue un año de soledad a nivel pareja, porque me separé el 2 de marzo, justo antes de mi cumpleaños. Fue un año de duelo de pareja, y de cambios bruscos, porque a mitad de año cambié todos los psicólogos de la Clínica Avril y me fui a Uruguay a atenderme con un curador y después me reencontré con uno de Capilla del Monte, con el cual me estoy atendiendo. Hago bioenergética, y tengo un terapeuta nuevo que es de la Escuela de Gurdjieff y es maestro sufí. Me está ayudando con la angustia para amigarme con ella en vez de correr. Dice una cosa muy interesante: la angustia es inversamente proporcional a la perspectiva. Porque cuando uno se aleja de un objeto, el objeto se achica. Y cuando uno se acerca, el objeto se agranda. Pero con la angustia es al revés: cuando uno se aleja, se agranda y cuando uno se acerca, se achica. ¡Muy bueno! ¡Aplausos para este hombre, aplausos, medalla y beso!
–¿Cómo pasaste tu cumpleaños este año? El anterior se publicitó más porque eran los cincuenta.
–Lo pasé con mis compañeros de grupo. Fue un cumpleaños limpio, hermoso. Y fue un año de mucha recuperación, mucho grupo, mucho cambio. ¿Sabés qué? Me di cuenta de que tengo dos meses, junio y julio, que todos los años son bisagra: me internan, me separo o empiezo algo nuevo. Y este año fue la época en que cambié los psicólogos, todo. No por mala onda, porque le agradezco muchísimo a la gente de Avril, pero quise cambiar la medicación y de terapeuta. También estoy trabajando sobre la ira y el maltrato a los demás, porque creí que era re humilde y buenita, pero no: puedo ser malísima y re mal perdedora.
–Algo de eso contaste tras el Coliseo previo a la internación.
–¡Yo me fui contenta, diciendo qué buen show, y parece que fui el demonio de Tasmania! Me contaron que hasta me equivoqué en un par de temas, pero nunca vi el video, porque me da miedo. ¡Yo sigo insistiendo que estuvo bien porque al menos empecé y terminé! (risas) No me fui del recital e hice todo lo que tenía que hacer, pero parece que estaba un poquito sacada. Fueron dos años de locura, pero bueno, dejémoslo atrás, ya pasó, es historia vieja y gracias a eso retomé la rehabilitación.
–¿Cuando cantás, te olvidás de todo lo que está pasándote?
–No. Cuando hice el último show en Tigre, por ejemplo, me sentía rara, como que me estaba por morir. No sé si alguien se dio cuenta, pero venían los invitados, había miles de personas, y yo me decía: “Me caigo, me muero, vomito”. No sé cómo hice. Fue porque me había entusiasmado con la medicación, la tomaba de más, un día me la cortaron, y fue como ir en picada de un avión. ¡Guarda con la automedicación, chicos, y no hay que dejar ninguna medicación de golpe!
–Hay un tema viejo de los Rolling Stones que se llama “Mother’s little helper”, sobre las amas de casa que se automedicaban.
–¡Mirá vos! Claro, todo el mundo toma drogas. Bueno, mis terapeutas no. Los que están más high no. Y a eso quiero llegar. También estoy trabajando el tema de la ira, porque tengo ataques donde rompo, golpeo y grito. Imaginate toda esa potencia que se ve en el escenario, pero rompiendo cosas. ¡El otro día perdí la billetera en Sony y de golpe quería romper la oficina con un bate de béisbol! Entonces después fui a mi terapeuta y me dijo: “No sabés respirar”.
–Desde el Gran Rex de junio que se te ve muy flaca, cuando en general tenías vaivenes de peso.
–Sí, tenés razón. Ahora estoy con un régimen de mis entrenadores Beto y La Negra, que ahora son re top, porque están viajando por todos lados con Adolfo Cambiasso. Yo les traje suerte, soy como Mirtha Legrand, les traigo suerte a los demás, ¡pero no a mí! (risas). <
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